Alberto López Serrano

19.01.2015 17:59

ALBERTO LÓPEZ SERRANO

Salvadoreño. Nació en Colón, La Libertad, el sábado 8 de enero de 1983. Es profesor de idioma inglés y de matemáticas. Es miembro de la Fundación Cultural Alkimia y desde enero de 2008 es coordinador de los “Miércoles de Poesía” en la peña cultural de Alkimia y Los Tacos de Paco, donde a la fecha van más de 12 años de labor alkímica. Ha participado con lecturas en El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, Bolivia, Perú y Cuba.
En enero 2013 fue nombrado Autor del Mes por parte del Plan Nacional de Lectura y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.

Publicaciones: La Nave que Falta (2007), Cien Sonetos de Alberto (2009), Y Qué Imposible No Llamarte Ingle (2009 y 2011), Montaña y otros poemas (2010), “El domador de caballos” (2013).

En línea:  www.megasalbertos.blogspot.com

POEMAS

LA NAVE QUE FALTA

 

El muelle bien construido me sostiene

y aguardo la salida de mi nave.

Mar y alto faro, ¿quién de ustedes sabe

por qué barca la espera me retiene?

 

Filas de naves sin final contiene

que al ojo pareciera más no cabe;

sin barca para el mar undoso y grave

sólo un espacio el triste muelle tiene.

 

Camino entre las velas que se agitan

por los vientos que al mar las precipitan

a buscar la brillante luz del día.

 

Impacienta a las naves la partida

y no encuentro mi nombre en la salida.

La que hace falta, ¿no es la barca mía?

 

HELENA

 

No es Helena quien te está esperando

con dorados bucles en su alegre cara

cuando subas alto en los muros derrotados.

Verás la sombra de una idea,

el fantasma de un perro desquiciado que te ronda.

Te acercarás para sitiarlo

y sus dientes de niebla habrán de traspasarte.

 

No es Helena quien te espera.

Debió quedarse en Pafos, Tiro o Menfis.

Nunca estarás en Troya.

Sus murallas siempre han de caer bajo el látigo ciego de tus días triunfales.

 

No es Helena.

Tampoco te amará morbosamente. No es Helena.

Será la mordida de un recuerdo,

la ficción de un encuentro que planeaste,

una jauría de lobos sobre el tejado azul,

en su boca negra verás a Casandra por fin muda en su advertencia loca,

en su boca negra verás a Hécuba llorar amargamente por ti.

 

No es ella.

Un reflejo masticado,

el eco débil de un grito contra el muro,

el golpe sordo del caer los velos en el mármol,

un lejano tambor que se congela,

sombras que bailan cuando el aceite en la lámpara se está acabando.

 

No.

¿Y después de la caída?

Hormigas devoran tu equipaje nuevo.

Un brindis,

y un perro sonríe como un dios dormido que no acepta libaciones ni jactancias.

Cuando subas por las Puertas Esceas,

cuando corras los velos para ver hacia abajo la llanura,

cuando se queme la luz sobre tu cara

y admires la sombra opaca de la idea que esperabas encontrar después del triunfo,

sabrás entonces que no es Helena quien te está esperando.