Romeo Molina

20.01.2015 12:26

Romeo Molina nace el 5 de octubre en Berlín, Usulután El Salvador. La guerra que golpea al país en los 80, lo obliga a huir con su familia a la ciudad de San Salvador, donde estudia Financiero en la banca comercial e hipotecaria, ciencias jurídicas y mas tarde comunicaciones. Emigra a Estados Unidos y encuentra en New York un lugar para establecerse. Participa en algunos recitales actualmente Romeo Molina trabaja como periodista en GrupoMegavisión. Ha escrito veintitrés libros, novelas, cuentos, relatos sobrenaturales y poesía entre otros

 

 

Muestra poética

 
 
Al otro lado de la ventana

 

En la ventana hay lunas atrapadas en paises de polvo,

 polvo que se convierte en murcielagos.

 

Al otro lado de la ventana

el mundo es un mar de humanos,

como peces de trapo 

y el viento, un niño en los amates

jugando a las luciérnagas...

 
 

Muestra narrativa

 

EL ENGENDRO DEL DIABLO 

 

Esto no puede ser, Cheyo siempre fue un buen muchacho. Decía el viejo Nicolás, mientras rascaba su diminuta y calva cabeza. La gente que había conocido a Eliseo Rivera desde niño, se negaba a creer lo que sucedió con el muchacho.

Todo comenzó años atrás... Moncho Rivera, uno de los hacendados más prepotentes de la región, se había enamorado de Catalina Sánchez, una linda pueblerina que le arrancaba suspiros a todo aquél que la miraba pasar.

_Ésta mujer será para mí, lo juro. Se decía. Ningún berlinés aceptó que una mujer tan dulce y bonita como ella, se casara con un tipo tan odiado y despreciable como Moncho, pero se casaron un domingo de Abril y hubo un gran reventón en la casa del novio.

Muchos campesinos habían sido asesinados por sus hombres para despojarlos de sus tierras y otros torturados hasta vender. Sin darse cuenta Catalina abría las puertas al mismo infierno. Se negaba a creer lo que decían de su marido, hasta que con el pasar de los días el desgraciado comenzó a golpearla y humillarla, mientras le exigía que se embarazara y le diera un hijo varón, pero la naturaleza se negaba a darle tal premio.

_Mira mujer, si no me das un chamaco lo tendré con cualquiera de las choleras y te voy a echar a la calle sin nada, como a una perra. _Por favor no me digas eso, yo tendré ese hijo que tanto quieres. Le prometía llorando. ¡Pobre Catalina! Tanto la presionó su marido, que se orilló a la magia negra, para embarazarse más allá de lo permitido por Dios. Una amiga, le dio la dirección de una bruja llamada Casilda.

_Ella te puede hacer un trabajito vive en las afueras de montañita. Le dijo. Catalina la visitó a escondidas de su marido y le pidió que le diera una mano en el asunto. _Mi señor puede ayudarte, él es bueno, pero tendrás que venir en cuatro días, cuando haya luna llena y a las doce de la noche en punto. _¿Y por qué a las doce de la noche? _Porque esa es la hora de mi Señor. _Aquí estaré señora Casilda, se le prometo.

Cuando llegó el día, Catalina puso en el café de su marido un tranquilizante que la misma bruja le había dado y dejándole profundamente dormido se fue a la cita con el Diablo, bajo una noche aplastada por una inmensa luna.

_Oh mi gran señor, rey de la oscuridad, te pedimos que siembres tu semilla y tu nueva sierva pueda ser madre. Comenzó el ritual en casa de Casilda. Algo muy fuerte sacudió a Catalina, sintió que alguien poderoso tomaba su cuerpo y la hizo suya.

Un mes después, el Dr. Gonzales visitó la casa para hacerle una revisión de rutina y dos días más tarde regresó sonriendo. _Felicidades, estás embarazada. Le dijo.

A Moncho se le derramó el café sobre la mesa de la emoción y saltó de alegría. _Al fin me darás un hijo, al fin. _Te lo dije amor, sólo tenías que esperar. Contestó ella feliz.

Él hubiese querido cortarle horas a los días, que las semanas fueran más cortas, que los meses pasaran más rápido, para recibir en aquella casa como a un rey a su heredero. Después de tanta espera, el día llegó y una mañana soleada de noviembre decidió salir al mundo. Lo llamaron Eliseo Rivera.

Cuando lloró por primera vez, el aire se volvió caliente y el día pareció una esquina del infierno. Chema, uno de los hombres más viejos del pueblo y sobreviviente de tantas cosas, colgaba su hamaca de un árbol de mangos buscando un poco de sombra. Su rostro marcaba una mueca de preocupación, miró a Silvia su mujer y le dijo profetizando los acontecimientos: _Presiento que algo malo viene al pueblo, este día está invadido de maldad. _Quizás tengas razón viejo, se siente en el ambiente olor a muerte.

Dos perros indios que tenían buscaron refugio bajo las enaguas de Silvia, temblaban y gemían, ella trató de espantarlos, pero al intentarlo se enredó más con ellos y cayó sentada. _Estos perros han estado así desde la madrugada, inquietos y miedosos. Dijo. Una oscuridad cubrió el pueblo y el calor desapareció por un momento. Roger, un amigo de Silvia y de su marido llegó a visitarlos y acomodándose en un banquito de cedro le dijo a Chema. _Parece que el Diablo acaba de parir en este pueblo, siempre que algo malo está por venir el tiempo se vuelve loco. Roger había llegado mucho tiempo atrás al pueblo vecino de Mercedes Umaña, junto a su mujer Lucy Arévalo, pero ella murió y desde entonces se mudo a Berlín y su única familia era Chema y Silvia.

Los años pasaron y poco sabían del hijo de Moncho Rivera, hasta que un día soleado del mes de junio, Eliseo, recorrió las calles del pueblo junto a Catalina su madre. A pesar de todos los maltratos que recibía por parte de su marido, ella seguía a su lado, fiel y sumisa, sin embargo, en su semblante se notaba la tristeza, estaba marchita, como las rosas un día después.

La gente había despertado y se estaban organizando en secreto para asesinar al maldito explotador. Los rumores llegaron a oídos de Moncho Rivera y lo obligaron a traer varios matones desde el otro lado del pueblo. Mayo y Chepe Zaldívar, hermanos y asesinos a sueldo, tan peligrosos que hasta la misma autoridad les tenía miedo. Se hospedaron en la residencia del patrón para prestarle seguridad a él y a su familia, especialmente a su hijo Eliseo.

Catalina, empezó a tener pesadillas, la bruja Casilda le había dicho que después de diez años el joven sufriría algunos cambios que nadie entendería. El tiempo se cumplió y el día de su cumpleaños número diez, el tiempo se volvió loco como en aquel día, cuando nació. _Hace diez años sucedió lo mismo ¿Lo recuerdas? Dijo Roger mirando hacia el cielo. _Ojalá y estemos equivocados y que nada malo suceda. Respondió Silvia mientras se persignaba.

Aprovechando un descuido de su madre, Eliseo había salido de la casa bajo una voz poderosa. Le decía, que debía matar y los viejos eran los primeros en la lista del Demonio. Llegó a la vivienda de los viejos y los perros al olfatearlo se metieron al interior de la estancia con la cola entre las patas.

Caminó por los patios y los miró fijamente, Chema, Roger y Silvia se pusieron de pie sin decir una palabra. _El tiempo ha terminado para ustedes. Les dijo.

Una enorme sombra como alas de murciélagos enormes los cubrió. Mientras el rostro del muchacho se desfiguraba y sus ojos se volvían negros como la noche. Luego sopló sobre ellos derribándolos por el suelo, se acercó y los observó antes de marcharse. Silvia se levantó rápidamente y trato de ayudar a Chema su marido y a Roger, pero estaban desmayados con los ojos bien abiertos. Con esfuerzo los llevó al interior de la casa para acomodarlos en la cama.

_¡Dios mío! ¿Qué les ha hecho ese muchacho? _Mujer, debes orar, para que el mal se aleje de este pueblo. Le dijo Chema abriendo los ojos y tomándole la mano. _¿Que ha sucedido viejo? _Ese muchacho es un engendro del Diablo. Respondió y se dejó caer pesadamente sobre la almohada.

Roger, no despertó, estaba frío y abrazado por la palidez de los panteones. Intentó cargar a Chema para buscar ayuda, pero este, le pidió que no lo moviera, agonizaba y una hora después, murió.

Silvia sintió morir, ellos eran su familia ¿Qué haría sin su marido y Roger casi su hermano? dobló sus rodillas llevándose las manos a la cara y lloró. _No me dejen sola. Suplicó.

La noticia de la muerte de Chema y Roger corrió por todo el pueblo, amigos y parientes llegaron al anochecer para rezar por sus almas.

Al amanecer, fueron llevados al cementerio para enterrarlos y mientras eran bajados a la tumba, hubo un ventarrón y los árboles se mecieron bruscamente. _Miren, ahí está el hijo de don Moncho. Dijo una mujer señalando a Eliseo.

El muchacho vestía un traje negro, tenía el pelo rizado hasta los hombros y luego desapareció en la distancia con una enorme sonrisa.

Silvia, de regreso a casa se desvió a la iglesia y de rodillas liberó su llanto mientras rezaba. _Ya no llores hija mía, los tiempos de Dios son exactos y debes aceptar sus decisiones. Le dijo el padre, quien había salido de su descanso al escuchar los sollozos. _No puedo padre, sin mi viejito, me voy a morir. _Dios te dará la fuerza que necesitas hija, Dios nunca nos desampara.

El padre Sebastián extendió sus manos para levantarla y mientras la consolaba pensó en la noche anterior. Había tenido una revelación divina, Dios le había dicho que potestades diabólicas estaban por atormentar al pueblo. Se retiró al pie de la cruz y doblando las rodillas empezó a orar.

“Dios mío, bendito Cristo, bájate y ayúdame a combatir el mal.

Silvia, lo interrumpió y le dijo, que la visita de Eliseo Rivera mató a sus viejos. _Él me los ha matado. _Me lo imaginaba hija. Respondió intranquilo.

Entre sollozos la mujer se despidió del sacerdote y regresó a su hogar, ya era tarde y una enorme pena se encendió junto al fuego donde intentaba preparar un café. Miró la fotografía de su marido colgada en la pared y al recordar aquellos momentos mágicos se liberó el llanto otra vez.

Una tormenta violenta azotó la noche, las luces se apagaron en todo el pueblo y los árboles del patio se quejaban temblando torturados por la lluvia. El fuego de la hornilla iluminaba el interior y las llamas hacían un ruido terrible. Silvia se sintió observada y se levantó con miedo, mientras una sombra se acercaba misteriosamente. _¿Eres tú viejito? Dijo secando sus marchitados ojos. Un relámpago se coló por las rendijas y al iluminar el corazón de la casa, Silvia desnudo el rostro del intruso. _Tenías que ir con ese curita, maldita perra. _¡Eliseo! ¿Qué haces aquí maldito demonio? andate, En el nombre de Dios te lo pido. _Vine por vos, he venido a matarte mujerzuela. _ ¿Qué te hicimos? ¿Por qué nos atacas?

La lluvia cesó repentinamente, Eliseo levantó una filosa hacha y se fue sobre la indefensa viejita. Le partió el cráneo, la miró desangrarse y le prendió fuego a la vivienda.

Al amanecer encontraron a Silvia calcinada entre los escombros y la llevaron a enterrar. Antes del anochecer, el sacerdote ofreció una misa por el eterno descanso de las tres almas, mientras en casa de la familia Rivera, Catalina se sentía culpable de los acontecimientos.

Eliseo se cruzó por la sala y la miró a los ojos, ella nunca había visto en esos ojos tanta oscuridad y tanto frío.

_ ¡Ay Mamá! La gente que estorba, se tiene que morir. Ella lo tomó del brazo para reprenderlo, pero el muchacho retiró sus manos con violencia y la empujó sobre la mesa. _Qué le estás haciendo a mi muchacho. Intervino Moncho. Como un loco la arrastró por la casa y la golpeó hasta desmayarla. Buscó un azote para continuar con su bajeza, pero Eliseo se plantó frente a él con la mirada de un animal y el azote se le enredó en el cuello haciéndole girar por las gradas hasta caer inconsciente.

_ Es tu padre. Le gritó Catalina recuperándose. _Él no es mi padre, vos sabés quién me ha engendrado o ¿Ya olvidaste como quedaste embarazada mamá? _¿Quién te dijo eso? _Yo soy hijo de la oscuridad, tú buscaste a Satanás.

Catalina se quedó muda, Eliseo abandonó la residencia y recorrió el pueblo. _Parece un buen muchacho. Murmuró Nicolás al mirarlo pasar.

Llegó a la iglesia, cruzó las puertas y caminó hacia el padre Sebastián. _Benito, ve a buscar al señor Medina a la estación de la policía. Ordenó el sacerdote a su sacristán. Un ventarrón se coló por las ventanas y en medio de un remolino, Eliseo desapareció. Una siniestra oscuridad cayó de pronto sobre el pueblo mientras Benito corría hacia la comandancia.

El padre miró las agujas del reloj, había pasado mucho tiempo y su sacristán no regresaba a la iglesia. Cansado de esperar se quedó dormido sobre una de las bancas y cuando despertó ya era de madrugada.

_¡Dios Santo! ¿Por qué no ha regresado? Se preguntó. Corrió a la puerta y se asomó a la calle, pero solo vio la neblina en procesión que se tendía bajos los faroles. _Tendré que ir a buscarlo. Se dijo.

Reinaba un silencio siniestro, se internó entre los árboles del parque central para acortar distancia, pero a mitad del camino algo pegajoso lo hizo resbalar y cayó de bruces. Se levantó con dificultad, miró sus manos cubiertas de sangre y levantó la mirada.

El cuerpo de Benito yacía colgado en una de las ramas más altas de un pino. Corrió a la estación de la policía para pedir ayuda y minutos después el sacristán fue bajado y llevado a la iglesia.

_Mañana lo voy a enterrar en el cementerio parroquial, yo soy su única familia. Les dijo a los agentes.

Medina el jefe de la policía, regresó dos horas después a la parroquia para hablar con el padre. _ ¿Tiene usted padre Sebastián, idea de quién fue? _Esto es obra del mismo Diablo. _¿A qué se refiere ? _Sospecho de Eliseo Rivera, siempre que ese niño está cerca sucede una desgracia. _También lo creo, tengo testigos que vieron a Eliseo hablar con Benito en la puerta, cuando salía de la iglesia. _ ¿Ya lo interrogó? _Fui a buscarlo, pero tuve problemas con Moncho Rivera. _Me lo imagino comandante, Moncho es un tipo peligroso.

Horas más tarde, después de marcharse el jefe policial, el sacerdote ofreció una misa de cuerpo presente y durante el sermón le dijo a su congregación...

_“Hermanos míos, oremos por este pueblo de Dios, porqué el mal ha llegado y la muerte ronda por las esquinas, oremos para que Jesús nos de la fortaleza necesaria”

Después de la misa la gente corrió a refugiarse a sus casas y el padre cerró las puertas de la casa de Dios. Una soledad le mordió el alma y caminó cabizbajo a su habitación para intentar un descanso. Se tendió en la cama y cuando estaba por conseguirlo, golpearon a la puerta y se levantó para abrir bastante preocupado _ ¿Quién será a esta hora? Se preguntó, pero al abrir lo único que recibió fue una embestida de frio, no había nadie. La madrugada lloraba rocío sobre las fincas y el sol iluminó las veredas que se descolgaban del cerro. Durante el día, la iglesia se mantuvo cerrada, el padre se entregó en espíritu y alma a sus oraciones junto al altar. Abrió los ojos cuando las puertas se abrieron de golpe. Eliseo apareció caminando lentamente hacia él y su rostro se desfiguraba tomando formas diferentes. _ Muchacho, vence el mal que vive dentro de ti y busquemos juntos al señor.

Una sonrisa macabra provocó ecos en toda la iglesia y con voz de trueno le gritó sacudiendo las paredes.

_Callate curita de mierda, tu Dios no tiene poder, míralo ahí donde lo puse, ni siquiera puede bajarse. El padre Sebastián, corrió hacía la cruz buscando amparo… _¿Tenés miedo? ¿Sabés que tu Dios te abandonó? El no tiene poder, mirá a esos niños y ancianos muriéndose de hambre, a tus feligreses enfermos, sin comida y sin esperanza. _ Cállate Blasfemo! Te ordeno en el nombre de Jesucristo que te alejes. _Vos no podés ordenarme nada curita basura, yo soy el rey, yo gobierno a este mundo.

Una bola de fuego envolvió el interior de la iglesia, el cuerpo del sacerdote fue consumido y su cuerpo quedó calcinado al pie del Crucifijo. Horas más tarde, Etelvina, la domestica encontró el cuerpo y dio parte a la policía. Medina y los feligreses llegaron a la iglesia, y mientras lloraban y rezaban, un grupo de enardecidos campesinos se levantó en armas y bajó del cerro a casa de Moncho Rivera. Lo sacaron por la fuerza y lo asesinaron a machetazos en el patio.

Sus hombres también fueron capturados y después de golpearlos los colgaron en el corredor de la residencia. Desde la ventana del piso de arriba, Eliseo había contemplado todo y sonreía. Cumplida la venganza, los campesinos regresaron a sus comunidades. Catalina fue sacada de la residencia por la policía y llevada a un centro de asistencia mental. La mujer, había perdido la razón.

Un nuevo sacerdote llegó al pueblo para tomar las riendas de la iglesia, se trataba del padre Fabián, experto en luchas contra demonios. Había recibido un mes antes del padre Sebastián un informe sobre Eliseo Rivera, asegurándole que el muchacho estaba poseído por Satanás.

Por algunos días mantuvo cerrada la iglesia, las calles permanecían desiertas al caer la noche, y se respiraba el miedo.

Quedaban manchas de sangre junto al altar que luego del incendio quedo medio destruido y el humo en las paredes había formado rostros de muerte.

Varias noches las pasó en vela pidiendo ayuda al todopoderoso y cuando decidió abrir la parroquia, se encontró de frente con Eliseo, entonces, empezó la batalla espiritual. Los vidrios se quebraron y las ventanas se desprendían tratando de darle por la cabeza.

El padre Fabián invocó a sus aliados celestiales para expulsar al Demonio y la artillería llegó desde arriba con truenos y relámpagos. Eliseo se desmayó y rodó hasta la sala, cuando despertó, estaba dentro de una patrulla policial y nada de lo sucedido recordaba.

Medina ordenó el inmediato traslado del muchacho a la capital, para que fuese revisado por un médico y dos patrullas mas acompañaron la misión.

El padre abrió por fin la iglesia para oficiar una misa y las campanas salieron del silencio anunciando las buenas nuevas.

“Hermanos, Dios ha tomado el control de nuestras vidas y nuestro pueblo, el poder de nuestro señor Jesucristo ha vencido el mal y su protección permanecerá para siempre.”

Mientras oficiaba la misa, fue interrumpido por un hombre que entró gritando… _¡Lo mataron! Mataron a Eliseo.

El padre y las personas congregadas corrieron a ver lo sucedido y a pocos kilómetros del pueblo, encontraron las patrullas incendiadas. 

El cuerpo del muchacho estaba sobre un lago de sangre y con heridas en todo el cuerpo.

Cuando levantaban los cuerpos descubrieron a un policía que aun respiraba y repetía que los habían emboscado. _ Nos estaban esperando, bloquearon la calle y nos atacaron mientras gritaban, destruyamos al engendro del infierno... Y lo mataron...